Abro una botella de mezcal y aspiro esa fuente de aromas prodigiosos. Podría pasarme horas alimentando mi espíritu
de esta manera. Aun antes de dar el primer trago, me colmo de lo que esta bebida significa: tradición, historia, ceremonia,rito. Cada cosa que llega a nuestros sentidos y los afecta, está imbuida de culto. Nuestra vida. ¿Por qué conformarse con la mediocridad si es posible disfrutar la quintaesencia. Beber un sorbo de delirio pone al espíritu en ebullición. Pues las emociones se pueden adquirir en botellas a
la medida de cada quien. Por ahí anda quien preferiría comprar una anforita de Sufrimiento, u otra de Esperanza. Y más allá
quien pregunte por una botella de Desconsuelo. Pero Delirio le va bien al mezcal. Si por delirio entendemos quimera, fantasía.Porque el hombre está construido de quimeras, de fantasías.Es el único lado humano que vale la pena enriquecer. Todo lo demás se puede comprar en un centro comercial. Pero alimentar la fantasía le permite a un individuo enfrentar la podredumbre que significa la existencia cotidiana. La quimera en cambio quiere decir la ilusión, el ensueño. Algo de estricta resolución personal. Nadie más que el que se siente en el límite del abandono puede convocar la quimera que habita en su corazón,y arrojarse a los brazos de la pasión y al punto destinatario del
mezcal: a mi espíritu. De ahí nadie podrá sustraerlo. Lo más valioso permanece intocable