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RETRATOS DE BARRIO

Mictecacihuatl
TLACOC
Mictlantecuhtli
XOCHIPILLI
Prince of Flowers, god of music, song and love, seated cross-legged on his throne. Origin: Tlalmanalko, Mexico Location of statue:
COATLICUE
CHOLOS
IMAGENES DEL LIBRO DE FEDERICO GAMA
CHOLOS
IMAGENES DEL LIBRO DE FEDERICO GAMA
CHOLOS
IMAGENES DEL LIBRO DE FEDERICO GAMA
IMAGENES DEL LIBRO DE FEDERICO GAMA
IMAGENES DEL LIBRO DE FEDERICO GAMA
CHOLOS
IMAGENES DEL LIBRO DE FEDERICO GAMA

 

Retratos de Barrio
2014 – 2016

Los dioses prehispánicos en yuxtaposición con los codigos de los “cholos”
una metáfora entre el paraíso perdido de los aztecas, sus dioses y el sentido
del cholo por su barrio, su tierra, su raza, su raíz. La lucha como identidad
y refugio de la memoria

Los dioses prehispanicos se ha apropiado de la cultura de los cholos y su iconografía, en este caso seadvierte una ambigüedad: por una parte, su ropa los aísla y distingue; por la otra, esa misma ropa constituye un homenaje a la sociedad que pretenden negar. La dualidad anterior se expresa también de otra manera, acaso más honda: el cholo es un clown impasible y siniestro, que no intenta hacer reír y que procura aterrorizar. Esta actitud sádica se alía a un deseo de auto humillación, no le importa, busca, atrae, la persecución y el escándalo. Sólo así podrá establecer una relación más viva con la sociedad que provoca: víctima, podrá ocupar un puesto en ese mundo que hasta hace poco lo ignoraba; delincuente, será uno de sus héroes malditos. Un ser mítico y por lo tanto virtualmente peligroso. Su peligrosidad brota de su singularidad. Todos coinciden en ver en él algo híbrido,perturbador y fascinante. En torno suyo se crea una constelación de nociones ambivalentes: su singularidad parece nutrirse de poderes alternativamente nefastos o benéficos. Una perversión que no excluye la agresividad. Figura portadora del amor y la dicha o del horror y la abominación, el cholo parece encarnar la libertad, el desorden, lo prohibido.

The Pre-hispanic gods in yuxtaposition with the codes of the “Cholos”. A metaphore between the lost paradise of the aztecas, their gods and the relationship between the “Cholo” and his “barrio”, his land, his race, his roots. The fight as identity and refuge from memory.The Pre-hispanic gods have appropriated the culture of the “Cholos” and their iconography, generating an ambiguous situation: on the one hand, their outfit isolates and distinguises them; on the other hand, this same outfit represents a tribute to the society they pretend to reject. This duality can also be understood in a different way, if any more profound: the “Cholo” is an impassive and sinister clown, that doesn´t mean to make laugh, but tries to terrorize. This sadistic attitude teams with a desire for self-humiliation; he searches for and attracts persecution and scandal. Only this way can he stablish a more vivid relationship with the society he provokes: as a victim, he can occupy a place in that society that only recently used to ignore him; as a criminal, he will be one of his cursed heroes. A mythical being and therefore virtualy dangerous. His danger comes from his singularity. Anyone agrees in seeing in him something hybrid, disturbing and fascinating. A constellation of ambivalent notions is created arround him: his singularity seems to be feeding from from powers both nefarious and beneficial. A perversion that doesn´t exclude aggressiveness. A character that carries love and joy or horror and abomination. The “Cholo” seems to
embody freedom, disorder, the forbidden.

 

MARCO REFERENCIAL

El Sentido al Barrio
Años antes de la independencia pocas cosas hablan de modernidad en la ciudad de México. Menos aún se muestran tales atributos para sus barrios. Todo apunta a pensar que en la capital novohispana reinaba el espectáculo de los opuestos: de construcciones nobiliarias se pasaba a edificaciones levantadas con la tierra misma de los solares; el consumo de agua de las acequias discordaba con los chorros de agua pura de acueductos y fuentes;los empedrados terminaban detajo,convirtiéndose en desnivelados pisos encharcados; las mercaderías ultramarinas, los carruajes, las capellanías o el acceso a la escritura son otros de los rasgos que permiten comprender aquella sociedad desde la “oposición de dos mundos”.No obstante, toda aquella ciudad se inclinaba por la fisonomía, gestos y representaciones del antiguo régimen. Más allá de los opuestos, el uso de las calles principales poco se distinguía del de los callejones; las plazas, íntegramente, convocaban romerías; las iglesias emplazaban feligreses y cofrades; los canales eran sinónimo de basurero;para todos la luna llena condonaba lailuminaciónde trementina, en fin, la ciudad toda compartía códigos pre modernos; sin embargo, mientras
más nos distanciamos del casco español, los grados de tradicionalidad parecen elevarse. Los barrios de indios se hallaban perfectamente articulados en la maquinaria simbólica del antiguo régimen para esos barrios proviene de una polaridad.
En los barrios de indios reinaban prácticas tradicionales. Y aun cuando algunos virreyes ilustrados pretendieron hacerlos partícipes de incipientes ejercicios racionalistas que comenzaban a ponerse en práctica en las primeras calles del casco español, las referencias a su paisaje nos son ya bien conocidas. Calles de tierra y sin geometría; construcciones efímeras y proliferación de jacales; canales y corrientes de agua desviados según el uso; animales sueltos y manadas conducidas; pocas bardas y en desuso; entradas comunes para varias casas y utensilios al aire libre; ausencia de alumbrado, fuentes públicas y carros de basura; suelos pantanosos,
en una palabra, los barrios tampoco participaron de los preceptos del urbanismo moderno que, al menos como idea, brotaban en el centro o casco español. No sólo su fisonomía se aferraba a una sólida herencia que parecía resistirse a los cambios. Los habitantes de los barrios, cuando los alcanzamos a reconocer a través de sus traductores, exudan corporación, gremialidad, lealtad, honor, jerarquía o privilegio. Hasta antes de la independencia, ninguno de sus indios aparece hablando en primera persona. Sus voces siempre apoderan a otros; a sus colectividades, a sus corporaciones, a sus barrios. La idea de individualidad no es asequible para ellos: el destino parece dado por el cuerpo social que ruega y peticiona a sus autoridades.
La potestad parece resolver el curso de su existencia.

Marcela Dávalos
Dirección de Estudios Históricos
Instituto Nacional de Antropología e Historia

El Cholo
Los cholos movimiento generalmente de origen mexicano, que viven en las ciudades del Sur de Estados Unidos y en México, que se singularizan tanto por su vestimenta como por su conducta y su lenguaje. Rebeldes instintivos, los “cholos” no reivindican su raza ni la nacionalidad de sus antepasados. A pesar de que su actitud revela una obstinada y casi fanática voluntad de ser, esa voluntad no afirma nada concreto sino la decisión de no ser como los otros que los rodean. El “cholo” no quiere volver a su origen mexicano; tampoco —al menos en apariencia— desea fundirse a la vida “normal “de las ciudades. Todo en él es impulso que se niega a sí mismo, nudo de contradicciones, enigma. Y el primer enigma es su nombre mismo: “cholo”, vocablo de incierta filiación, que dice nada y dice todo. Extraña palabra, que no tiene significado preciso o que, más exactamente, está cargada, como todas las creaciones
populares, de una pluralidad de significados Queramos o no, estos seres son mexicanos, uno de los extremos a que puede llegar el mexicano. Incapaces de asimilar una civilización que, por lo demás, los rechaza, los cholos no han encontrado más respuesta a la hostilidad ambiente que esta exasperada afirmación de su personalidad, afirman sus diferencias, las subrayan, procuran hacerlas notables. A través de un dandismo grotesco y de una conducta anárquica, señalan no tanto la injusticia o la incapacidad de una sociedad que no ha logrado asimilarlos,
como su voluntad personal de seguir siendo distintos. No importa conocer las causas de este conflicto y menos saber si tienen remedio o no. Lo característico del hecho reside en este obstinado querer ser distinto, afirma sus diferencias frente al mundo. Sólo le queda un cuerpo y un alma a la intemperie, inerme ante todas las miradas. Su disfraz lo protege y, al mismo tiempo, lo destaca y aísla: lo oculta y lo exhibe. Con su vestimenta —deliberadamente estético y sobre cuyas obvias significaciones de trabajador obrero, campesino, cocineros, etc… Que lo vuelve “impráctico”. Niega así los principios mismos en que su modelo se inspira. De ahí su agresividad. Esta rebeldía no pasa de ser un gesto vano, pues es una exageración de los modelos contra los que pretende rebelarse y no una vuelta a los atavíos de sus antepasados —o una invención de nuevos ropajes—. Generalmente los excéntricos subrayan con sus vestiduras la decisión de separarse de la sociedad, ya para constituir nuevos y más cerrados grupos, ya para afirmar su singularidad. En el caso de los cholos se advierte una ambigüedad: por una parte, su ropa los aísla y distingue; por la otra, esa misma ropa constituye un homenaje a la sociedad que pretenden negar. La dualidad anterior se expresa también de otra manera, acaso más honda: el cholo es un clown impasible y siniestro, que no intenta hacer reír y que procura aterrorizar. Esta actitud sádica se alía a un deseo de auto humillación, no le importa,busca, atrae, la persecución y el escándalo. Sólo así podrá establecer una relación más viva
con la sociedad que provoca: víctima, podrá ocupar un puesto en ese mundo que hasta hace poco lo ignoraba; delincuente, será uno de sus héroes malditos. Un ser mítico y por lo tanto virtualmente peligroso. Su peligrosidad brota de su singularidad. Todos coinciden en ver en él algo híbrido, perturbador y fascinante. En torno suyo se crea una constelación de nociones ambivalentes: su singularidad parece nutrirse de poderes alternativamente nefastos o benéficos.Una perversión que no excluye la agresividad. Figura portadora del amor y la dicha o del horror y la abominación, el cholo parece encarnar la libertad, el desorden, lo prohibido.

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